Los girasoles ciegos

Se desarrolla en 1940 en la España franquista y el niño Lorenzo estudia bajo el sistema escolar imperante, en el que se canta cada mañana el himno “Cara al sol”.

Maribel Verdú hace el papel de la republicana Elena, que hace recordar un papel similar que tuvo en “El laberinto del fauno”. Es pareja de Ricardo (Javier Cámara, el cocinero del barco en “La vida secreta de las palabras”), quien tiene que vivir oculto en la vivienda. La otra integrante de la familia es la hija de ambos que huye a Portugal son su novio.

De entrada, se vive la tensión que tienen que padecer quienes se ocultan por años para sobrevivir. Todo lo tienen controlado para proteger la vida de Ricardo. Lorenzo, la hermana y Elena cierran ventanas, recogen los cubiertos de más, evitan ruidos que delanten la presencia de un objetivo en una era de caza ideológica.

El profesor de Lorenzo es el diácono Salvador, que viene de tener mucho sexo y de ejecutar a enemigos en la Guerra Civil Española. Se siente confundido y su vocación entra en crisis cuando admira el bamboleo de la cadera de la madre Lorenzo. No deja de pensar en ella y se obsesiona.

Se acerca a Elena con el pretexto de ser un buen tutor de Lorenzo, pero la obsesión es tal que quiere tomarla a la fuerza. Harto de estar oculto y al escuchar los gritos, Ricardo sale de su escondite. Es la escena más fuerte de la película porque el diácono abre las ventanas de la vivienda para gritar “aquí hay un rojo oculto”. Ricardo se suicida saltando al vacío, sabedor de que le espera la muerte de todas maneras.

Me gustó mucho y le asigno 4.5 palomitas sobre 5 posibles a esta película española de José Luis Cuerda, director también de otra gran película del mismo tema, “La lengua de las mariposas”, que ya me hace falta ver nuevamente.

La película nos envía el mensaje de lo duro que es la vida sacerdotal en cuanto a renunciación de placeres. Sólo pocos salen avantes sin robarle propiedades a enfermos moribundo, sin violar niños y/o mujeres, sin abusar de esa posición de poder que la sociedad les ha asignado. No es una situación propia del catolicismo, pues esto mismo debe suceder en otras religiones. Ah....pobre catolicismo, pudo haberse salvado de haber escuchado a Leonardo Boff y Gustavo Gutierrez, pero ¡¡¡no!!! insisten en canonizar al polaco que no condenó el genocido yanqui contra el pueblo nicaragüense en los 80's. De verdad, si el catolicismo quisiese humanizarse, podría hacer muchos cambios, como por ejemplo, permitir que los sacerdotes tengan una esposa o esposo. Bueno, hablaba de cine :)

Me puse a pensar en el amor, el verdadero amor que no requiere de papeles, de matrimonio, como Elena y Ricardo que vivían juntos por amor ante la adversidad y que educaban a un Lorenzo no bautizado, opuesto a cantar un himno fascista.

La soledad no es de aquel que se oculta de una dictadura, sino de quien usa el poder para aplastar.

¡Viva la República!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muchísimas gracias por compartir tu magnífico blog. Acabo de descubrirlo por el enlace que has dejado en los comentarios de EL PAÍS.
Te mando un saludo muy cordial,

Francisco
Fawdawi ha dicho que…
Muchas gracias, Francisco.

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