"Mujer que sabe latín", de Rosario Castellanos.
La autora hace un relato de las penurias que ha padecido la mujer a lo largo de la historia para lograr los mismos derechos que el hombre. Por ejemplo, el cristianismo consideró que la mujer tenía alma en un cierto momento, pero los sistemas políticos le negaron el derecho a votar por mucho tiempo. San Pablo y Santo Tomás, respectivamente, la definieron como "varón mutilado" y "animal enfermo".
De su repaso inicial de los siglos XV y XVI, Castellanos se traslada a su país para hablar de la Malinche, regalada al genocida Hernán Cortés para fungir como traductora y amante. Recuerda cómo Sor Juana luego devoró la biblioteca del abuelo y su sueño de disfrazarse de varón para ingresar a universidades sólo para hombres. Pasa a los años 1970 tras un breve relato sobre el México independentista del s. XIX.
Vierte datos sobre los roles del hombre y mujer en el trabajo y el matrimonio, etc. Se torna una delicia el estilo de escribir de Rosario porque intercala anécdotas históricas sobre la pesada carga de la mujer en el México "moderno" (recordemos que murió en los años 1970) y cómo busca la mejora social mediante la educación.
Después analiza textos de mujeres vinculadas al mundo cultural sin perder el rigor feminista que siempre la caracterizó. No tiene pierde el título porque hace referencia a ese dicho burlón de la zoociedad patriarcal contra las mujeres cultas: "Mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin". Es decir, se trata de un dicho hermano de otros lamentables que conforman la parte turbia de la mexicanidad:
- "Calladita te ves más bonita".
- "La mujer como la escopeta: cargada y en la cocina".
- "Hombre en la cocina huele a caca de gallina"
- etc.
¿Acaso no convergen con el KKK alemán? Kinder, Küche, Kirche = niños, cocina, iglesia.
Difundamos las voces y la obra de las feministas latinoamericanas para abrevar de su esencia en tiempos donde blogueras, youtuberas y estrellas de pop intentan diluir la savia.
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