Coco
México no debería estar asociado a los feminicidios ni a los narcocorridos que hacen apología del trasiego de drogas, sino al vasto conjunto de tradiciones culturales y gastronómicas que seguimos ejerciendo.
Esta creación de Pixar llega en buen momento porque el país no podría estar peor en esa mezcla de corrupción, pobreza y sumisión a EUA. El antídoto a esa debacle es apelar a la unión familiar, a los mensajes de amor a nuestros semejantes, en apreciar lo bello de México para algún día volver a ser grandes, y creo que "Coco" cumple esa función.
Todo suma para bien en este retrato del mejor México: las calles empedradas de los pueblos en el interior de país, los techos de tejas, la tradición musical de los mariachis, el culto a nuestros difuntos durante los Días de los Muertos (Noviembre 1 y 2) a través de las típicas ofrendas, los platillos tradicionales, los rasgos morenos de nuestro pueblo, el papel picado, los alebrijes, etc... es una infinidad de detalles bien cuidados que hablan de la buena documentación de los creadores de este filme de caricaturas.
La historia trata sobre Miguel, un niño mexicano que es parte de una familia de zapateros, pero no como aquel metrosexual ibérico que contribuyó a hundir al proletariado español, sino zapateros de verdad, de esos artesanos que con sus ágiles manos hacen zapatos a la medida de la gente. El chamaco inhibe sus gustos musicales para no hacer enojar a su familia, marcada por el abandono del tatarabuelo.
A continuación sucede un viaje al Mictlán, el nombre con que los aztecas denominaban al más allá, la Tierra de los Muertos. Y ahí es acompañado por Dante, un perro xoloitzcuintle. Este es otro detalle hermoso porque, por un lado, el nombre del can es un tributo a aquel poeta italiano que nos contaba del infierno y el purgatorio, y por el otro, en la mitología azteca era un perro quien acompañaba a la gente a hacer el tránsito de esta dimensión hacia el Mictlán.
En la búsqueda de su supuesto tatarabuelo, un famoso cantante de rancheras que parece un híbrido entre Pedro Infante y Jorge Negrete, Miguel conoce lo sucedido en su familia, lucha por la verdad y la justicia para recuperar la memoria de un pariente olvidado en el tiempo. Su esfuerzo es premiado porque puede regresar al mundo de los vivos a tocar la guitarra a pesar del inicial rechazo familiar.
Gracias al director por esta hermosa película. Quien es capaz de sensibilizar a la gente con un mensaje de amor sin duda debe ser llamado artista, pues hacia el final de la película casi todos los presentes lloramos un poco. Es emocionante ver tamales y panes dulces en la ofrenda, las flores de cempazúchitl, la vestimenta de las ancianas prácticamente como si hubiesen sido tomadas de cualquier casa en un pueblo o barrio mexicano.
Esta maravilla visual es un himno a México, compañeros y compañeras. No permitamos jamás que Halloween nos avasalle. No permitamos que se acaben las ofrendas del Día de los Muertos.
Le asigno 4.5 de 5 palomitas posibles a esta película del 2017 del director estadounidense Lee Unkrich (Toy Story 3, Buscando a Nemo) y Adrián Molina.
Esta creación de Pixar llega en buen momento porque el país no podría estar peor en esa mezcla de corrupción, pobreza y sumisión a EUA. El antídoto a esa debacle es apelar a la unión familiar, a los mensajes de amor a nuestros semejantes, en apreciar lo bello de México para algún día volver a ser grandes, y creo que "Coco" cumple esa función.
Todo suma para bien en este retrato del mejor México: las calles empedradas de los pueblos en el interior de país, los techos de tejas, la tradición musical de los mariachis, el culto a nuestros difuntos durante los Días de los Muertos (Noviembre 1 y 2) a través de las típicas ofrendas, los platillos tradicionales, los rasgos morenos de nuestro pueblo, el papel picado, los alebrijes, etc... es una infinidad de detalles bien cuidados que hablan de la buena documentación de los creadores de este filme de caricaturas.
La historia trata sobre Miguel, un niño mexicano que es parte de una familia de zapateros, pero no como aquel metrosexual ibérico que contribuyó a hundir al proletariado español, sino zapateros de verdad, de esos artesanos que con sus ágiles manos hacen zapatos a la medida de la gente. El chamaco inhibe sus gustos musicales para no hacer enojar a su familia, marcada por el abandono del tatarabuelo.
A continuación sucede un viaje al Mictlán, el nombre con que los aztecas denominaban al más allá, la Tierra de los Muertos. Y ahí es acompañado por Dante, un perro xoloitzcuintle. Este es otro detalle hermoso porque, por un lado, el nombre del can es un tributo a aquel poeta italiano que nos contaba del infierno y el purgatorio, y por el otro, en la mitología azteca era un perro quien acompañaba a la gente a hacer el tránsito de esta dimensión hacia el Mictlán.
En la búsqueda de su supuesto tatarabuelo, un famoso cantante de rancheras que parece un híbrido entre Pedro Infante y Jorge Negrete, Miguel conoce lo sucedido en su familia, lucha por la verdad y la justicia para recuperar la memoria de un pariente olvidado en el tiempo. Su esfuerzo es premiado porque puede regresar al mundo de los vivos a tocar la guitarra a pesar del inicial rechazo familiar.
Gracias al director por esta hermosa película. Quien es capaz de sensibilizar a la gente con un mensaje de amor sin duda debe ser llamado artista, pues hacia el final de la película casi todos los presentes lloramos un poco. Es emocionante ver tamales y panes dulces en la ofrenda, las flores de cempazúchitl, la vestimenta de las ancianas prácticamente como si hubiesen sido tomadas de cualquier casa en un pueblo o barrio mexicano.
Esta maravilla visual es un himno a México, compañeros y compañeras. No permitamos jamás que Halloween nos avasalle. No permitamos que se acaben las ofrendas del Día de los Muertos.
Le asigno 4.5 de 5 palomitas posibles a esta película del 2017 del director estadounidense Lee Unkrich (Toy Story 3, Buscando a Nemo) y Adrián Molina.
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