El cuento de la princesa Kaguya

Esta película de dibujos animados se basa en un relato anónimo de la cultura japonesa y tiene más de un milenio de edad. Es un reconocimiento a las parejas maduras que tienen que criar y, a la vez, a la rebeldía de una mujer, que se opone a seguir los dictados de la sociedad. 

  Todo comienza cuando un campesino japonés corta bambú en el campo y de repente ve una luz especial, una rama cargada de luz que llama su atención. ¡No! No se parece a la historia de Superman, es Superman la que se parece a esta historia japonesa.  El campesino, con miedo, abre la rama y descubre una brillante y diminuta bebé, que es Kaguya. La lleva a casa y la muestra a su esposa, con quien la cría en un ambiente campirano, completamente diferente al Japón hipermoderno del siglo XXI.

Cuando la carajita crece, se mudan a la capital japonesa, donde los padres la someten al aprendizaje de "lo que tiene que ser la mujer": sometida, obediente, callada, anulada. La princesa se rebela desde el más lógico sentido común con preguntas como: "¿Por qué festejan durante varios días esos hombres mi belleza si jamás me han visto"?, "¿Por qué me tengo que pintar los dientes de negro?".  

  Siempre he creído que una auténtica feminista necesita un componente fundamental: creer en sí misma y rebelarse ante lo que cree que está mal. Es más, debe haber en el planeta millones de feministas que no saben que lo son. Y así es Kaguya, renuente a someterse a los designios de una cultura dominante. El papá le consigue 5 pretendientes, mismos que son mandados el carajo. La princesa Kaguya sigue su instinto libertario y no acepta ser sometida ante "chantas", palabra argentina que se refiere a "farsantes".   <---- ---="" a="" argentina="" farsantes.="" farsantes="" font="" nbsp="" palabra="" que="" refiere="" se="">

Al final, Kaguya regresa a las estrellas y a la luna. Es un final verdaderamente poético y cargado de metáforas hermosas sobre la vida, el amor y la rebelión.  Le asigno 5 palomitas de 5 posibles a esta hermosa  película del 2014 del director japonés Isao Tkahata. ¡Arriba las que luchan! 

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