Quai d'Orsay - Crónicas diplomáticas de Quai d'Orsay
Arthur es un joven diplomático que consigue trabajo como asesor del vanidoso canciller francés Taillard.
Si bien empieza con ánimo, Arthur es sometido a una intensa presión debido al desorden del ministerio a nivel administrativo y por el excesivo culto a la personalidad del canciller. Sin una oficina, Arthur debe redactar varios discursos, que le son devueltos para su corrección, muchas veces sin ser leídos.
Poco a poco el joven Arthur se va adaptando a la personalidad de Taillard, siempre con la comprensión y apoyo de su novia, además de la ayuda del asesor en jefe Maupas. La realidad de un ministro desordenado termina por disipar la ilusión inicial de Arthur.
Taillard pretende adaptar la realidad mundial a la consecución de logros personales que satisfagan su ego, siempre con frases de Heráclito. Los asesores cambian el último párrafo al inicio, el del inicio lo pasan al final, reciclan párrafos de viejos discursos, trabajando en oficinas poco amplias en comparación con el vasto despacho del canciller.
¿De verdad será así la diplomacia francesa? Como sátira, la película no es adecuada sólo para Francia. Supongo que eso sucede en varios países, ministerios y secretarías. Las envidias entre asesores y la neurosis previa a las conferencias internacionales conforman una especie de "detrás de las cámaras", lo que no se ve en TV.
Para mí, los políticos auténticos tendrían que ser como Evo Morales, Hugo Chávez, José Mujica, Fidel Castro, por su capacidad discursiva para innovar sobre la marcha. Creo que ellos rompieron ese modelo aburrido y soso de los políticos europeos y mexicanos. De los europeos creo que se salvan el español Pablo Iglesias, el italiano Beppe Grillo y el francés Jean-Luc Mèlenchon.
Le asigno 4 de 5 palomitas a esta película del 2013 del gran director francés Bertrand Tavernier. El canciller Taillard es representado por Thierry Lhermitte, Arthur por Raphaël Personnaz y Maupas por Niels Arestrup.
Si bien empieza con ánimo, Arthur es sometido a una intensa presión debido al desorden del ministerio a nivel administrativo y por el excesivo culto a la personalidad del canciller. Sin una oficina, Arthur debe redactar varios discursos, que le son devueltos para su corrección, muchas veces sin ser leídos.
Poco a poco el joven Arthur se va adaptando a la personalidad de Taillard, siempre con la comprensión y apoyo de su novia, además de la ayuda del asesor en jefe Maupas. La realidad de un ministro desordenado termina por disipar la ilusión inicial de Arthur.
Taillard pretende adaptar la realidad mundial a la consecución de logros personales que satisfagan su ego, siempre con frases de Heráclito. Los asesores cambian el último párrafo al inicio, el del inicio lo pasan al final, reciclan párrafos de viejos discursos, trabajando en oficinas poco amplias en comparación con el vasto despacho del canciller.
¿De verdad será así la diplomacia francesa? Como sátira, la película no es adecuada sólo para Francia. Supongo que eso sucede en varios países, ministerios y secretarías. Las envidias entre asesores y la neurosis previa a las conferencias internacionales conforman una especie de "detrás de las cámaras", lo que no se ve en TV.
Para mí, los políticos auténticos tendrían que ser como Evo Morales, Hugo Chávez, José Mujica, Fidel Castro, por su capacidad discursiva para innovar sobre la marcha. Creo que ellos rompieron ese modelo aburrido y soso de los políticos europeos y mexicanos. De los europeos creo que se salvan el español Pablo Iglesias, el italiano Beppe Grillo y el francés Jean-Luc Mèlenchon.
Le asigno 4 de 5 palomitas a esta película del 2013 del gran director francés Bertrand Tavernier. El canciller Taillard es representado por Thierry Lhermitte, Arthur por Raphaël Personnaz y Maupas por Niels Arestrup.
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